Automatizar no es sinónimo de suprimir puestos de trabajo en la industria

AUTOMATIZAR NO IMPLICA DESPEDIR - Automatizar no es sinónimo de suprimir puestos de trabajo en la industria

En un futuro próximo, no más de veinte años, tecnologías aun incipientes si lo comparamos con lo que nos ofrecerán para entonces como son la inteligencia artificial y su aliado más fiel, la automatización, habrán “colonizado” gran parte de los mercados, sectores y oficios. Demasiadas personas pueden estar angustiadas por esta transformación. Quienes trabajamos en este sector (el de la automatización) estamos acostumbrados a escuchar con mucha frecuencia afirmaciones del tipo: «¡Terminareis por acabar con los puestos de trabajo!» o «Los robots acabarán por reemplazarnos y nuestra supervivencia estará en manos de estos últimos.

Deberíamos dejar de alarmarnos y alarmar. Aunque muy extendido, no deja de ser un cliché erróneo, tantas veces repetido como un mantra por los fervientes detractores del progreso y la evolución. Y no, la automatización no extinguirá ni al humano ni al empleo, pero con esto no queremos decir que no supondrá un impacto en el mercado laboral. 

Hace algunos años, el Foro Económico Mundial destacaba que entre 2020 y 2025 se eliminarán entre 70 y 80 millones de puestos de trabajo en su formato actual, pero que análogamente se crearán aproximadamente otros 100 millones de nuevos empleos. Las atribuciones de los trabajadores están en constante evolución, y generacionalmente muchas quedan obsoletas y nacen otras nuevas. El patrón es cíclico y se repite. Los trabajadores de hoy, y sobre todo los de mañana, tendrán que formarse en nuevos aspectos, adquirir nuevas habilidades y, finalmente, integrar esas habilidades que un robot, nunca podrá desarrollar.

Ahora, nos podemos atrever a decir que todos los ámbitos del entorno laboral sufrirán esta catarsis, que será la que sobrevega a una nueva revolución de la capa industrial. Y si, la automatización se responsabilizará de la desaparición de aquellos trabajos con poco valor añadido, pero paralelamente será la impulsora de que surjan nuevos perfiles más técnicos y específicos a la vez. Algunos estudios son concluyentes en este caso, y afirman que más del 60% de los chicos de hoy ejercerán profesiones que aún están por descubrir.

Nuestro sentido común nos lleva a la siguiente reflexión, la inteligencia artificial no puede hacerlo todo. No tiene capacidades creativas ni empáticas y por eso nuestro mundo solo seguirá desarrollándose y expandiéndose gracias a nosotros, los humanos. Lo cierto, es que estamos siendo testigos de una transición hacia un entorno laboral donde los trabajadores van a enfocar sus recursos a tareas de mayor valor añadido.

Los médicos pueden ser un ejemplo traspolable a otras profesiones: Estos cada vez participan menos en las evaluaciones radiológicas de las imágenes médicas (radiografías, resonancias, tac etc.) y es probable que en breve dejen de ejercer por completo esta función; esto no quiere decir, que los médicos no vayan a  seguir desempeñando un papel fundamental en el asesoramiento de los pacientes. De esto se deduce, que no por eso habrá menos personas ejerciendo las funciones de médico, sino especialistas de la medicina “extendidos”, o lo que es lo mismo, apoyados por una automatización que, a su vez, impactara en un mayor rendimiento y productividad. 

Otro aspecto a tener en cuenta sería una percepción más amable del trabajo, ya que con menos tareas tediosas (como, p. ej., la introducción de datos o trabajos administrativos), los puestos de trabajo se centrarán más en las relaciones humanas. Visto así, la automatización ayudará a mejorar la motivación de los empleados. 

La cuarta revolución industrial de la que ahora somos participes y la quinta que ya se presenta como alternativa, no es sino la liberalización y la aceptación global de la automatización y de la inteligencia artificial. Los primeros “síntomas”  ya son tangibles, y se notan día a día, ya surgen nuevos puestos de trabajo, como por ejemplo los que se dedican a la formación de sistemas para administrar y ejecutar los procesos robotizados. Y claro está que todo esto no terminará aquí. 

Resumiendo, no caigamos en el error de pensar que la automatización es sinónimo de destrucción de empleo, esa parte no está en la hoja de ruta y no le interesa a nadie. Si reducimos el número de trabajadores, paralelamente se reducirían los ingresos de estos últimos, y por tanto, su capacidad monetaria. Esto sencillamente implicaría quebrar la formula “trabajador = consumidor”…  y no creemos que nadie quiere aventurarse a explorar estos territorios. La realidad es que algunos vamos a ser testigos de una metamorfosis emocionante en los próximos años: cambios en las costumbres, las condiciones de trabajo, la formación, etc. Pero no perdamos nunca la perspectiva de que en ningún caso podríamos vivir en un mundo donde sólo trabajen los robots.

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